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El hiperprofesional distante

Experto, indiscutible y admirado

Tu experiencia técnica es innegable. Ejerces con una maestría y una seguridad que imponen naturalmente respeto. Tu rigor y nivel de exigencia te convierten en un profesional excepcional, reconocido, y nadie podría cuestionar legítimamente tus competencias.

Sin embargo, ese enfoque, centrado en la precisión del gesto y la efectividad del tratamiento, a veces te lleva a pasar por alto aspectos que consideras secundarios, como la gestión, la comunicación o la relación con asistentes y pacientes. Estos apectos no parecen merecer tu tiempo y tu interés, y es cierto que, en comparación con tu experiencia, pueden parecer menores.

Tu asertividad y claridad compensan la falta de comunicación, pero esta postura genera una distancia. Tus asistentes, impresionadas por tu seguridad, pueden no atreverse a exponer sus ideas o dudas, cuando podrían ofrecerte más apoyo. Tus pacientes, por su parte, confían en tu habilidad pero pueden irse con dudas que no se atreven a expresar. No se trata necesariamente de más pedagogía, sino quizás de dejar más espacio para el intercambio en algunos momentos clave.

En tu caso, no es necesario revolucionar tu manera de trabajar, y mucho menos alejarte de lo que hace tu fuerza. Pero al prestar algo de atención a estos aspectos que has dejado de lado, podrías ganar mucho, sin un esfuerzo desmesurado: un ambiente más fluido dentro de tu equipo, pacientes más confiados y más receptivos a tus planes de tratamiento, y, en última instancia, un reconocimiento mayor que también se traducirá en mejor rendimiento económico.

La inversión requerida es mínima en comparación con el retorno significativo que se puede esperar: un pequeño ajuste sería suficiente para amplificar aún más tuu impacto, valorando plenamente el talento que ya despliegas a diario.

El hiperprofesional distante
El hiperprofesional distante
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